Se ha escrito mucho sobre cuáles son las combinaciones más adecuadas de vinos y alimentos. Actualmente, las pautas no son demasiado estrictas, pero es conveniente tener en cuenta una serie de aspectos que nos ayuden a disfrutar más de esta combinación.
A la hora de valorar un vino, debemos tener en cuenta varios factores como la temperatura a la que se sirve, las sensaciones que dejan los sabores y olores y, en especial, la percepción que cada persona pueda tener.
En general, todo el mundo tiene olfato y paladar suficientes como para apreciar un buen vino, solo es necesario poner un poco de interés y tener los sentidos mínimamente equilibrados. ¡Sigue leyendo para conocer más acerca del increíble mundo del maridaje!
El maridaje consiste en combinar un determinado alimento con un tipo de vino, con el propósito de que ambos sabores se mezclen creando la mejor combinación de sabor y textura.
Esta actividad puede realizarse, por ejemplo, con cerveza o café, pero sin lugar dudas, la que encanta a muchos y más se lleva a cabo es la que se hace con vino. Como con otras bebidas, el propósito del maridaje es ofrecer sensaciones agradables al paladar que inviten a disfrutar de un buen vino con una comida.
La mayoría de las personas cree que la combinación entre alimentos y vino está reservada a los platos elaborados o gourmet, sin embargo no es así. Y es que el maridaje con vinos puede hacerse con comidas simples, platos tradicionales o que se comen de forma habitual.
Detrás de todo maridaje entre un vino y un alimento existe un intento de exploración. Búsqueda de armonía, de contrastes, de estridencias o divergencias. El propósito, es que la textura y sabor de un alimento tenga efecto sobre el vino que le acompaña. Y viceversa.
La clasificación habitual del maridaje se fundamenta en dos: la afinidad y el contraste.
Consiste en mezclar sabores, sensaciones y aromas similares, buscando la armonía para elevar las cualidades comunes de los elementos combinados.
De ese modo, en la fusión de bocado y vino, los sabores ya existentes se verán resaltados en tu boca.
Por otro lado, el maridaje por contraste lo que busca es mezclar dos sabores que sean totalmente distintos, el uno con el otro. En resumen, lo que se trata es de encontrar un equilibrio entre el vino y la comida en cuanto a las carencias y realces que puedan contar cada uno de ellos.
Como ejemplo, para muchos es un deleite mezclar el queso azul, que es famoso por su sabor distintivo, con un vino de características dulces que propicia una explosión de sabores en el paladar.
Desde Blas Bermejo queremos compartir algunas normas que te guíen en este particular universo de la fusión en boca, ya que finalmente el sabor es una interpretación subjetiva del gusto personal.
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